El camión quedó incrustado en una zanja al costado de la ruta 65. En la escena había algo que me impactó. El parabrisas tenía un agujero a la altura del conductor. Era la huella que dejó a su paso, el proyectil que lo terminó matando.
Deiraux, un pueblo a 500 km de Buenos Aires fue escenario de una pelea de pobres contra pobres.
Esta argentina decadente llena de problemas me demuestra lo mal que estamos con esta triste historia que empezó con un piquete de camioneros que reclamaban por la falta de gasoil y otro camionero que no estaba dispuesto a esperar que se abriera la ruta y atravesó el bloqueo. Unos insultos, unos gritos y otra vez se prendió la chispa de la tragedia en esta Argentina convulsionada.
Camioneros, piqueteros qué salen a correr a otro camionero. Locura en plena ruta.
En esta Argentina de hoy en crisis, llena de dificultades y con demandas de todos los sectores lo único que faltaba sucedió en la ruta 65.
Una idea equivocada de castigo, de hacer justicia por mano propia entre trabajadores del gremio camionero, terminó en tragedia. El piedrazo atravesó el parabrisas y pegó en la cabeza del trabajador que no quiso parar.
No es nuevo que en la calle reina la anarquía a la hora de protestar o reclamar; cualquiera hace cualquier cosa. Se adueñan del espacio público, deciden sobre terceros, el orden no existe y las fuerzas de seguridad miran como si fueran simples espectadores. Aunque no lo son.
Imagino muchas veces, que ante cualquier piquete, este puede desbordarse, o un automovilista descontrolarse. Solo por milagro, en general no pasa. Esta vez pasó.
Pensá en esos camioneros que de quejarse por la falta de gasoil decidieron salir a perseguir, juntar piedras y tirarlas contra alguien. Hoy están presos acusados de homicidio.
Soy muy escéptico. La realidad social irá empeorando y las normas cada vez se respetan menos. Así el combo es peligroso y muy preocupante.