La inseguridad es tema recurrente en nuestro trabajo. Casi a diario contamos situaciones, muchas veces trágicas, que les suceden a otros. Esta vez, fuimos protagonistas, víctimas de la inseguridad.
Sucedió cuando menos lo pensamos, plena tarde, Av. San Juan, en Caba.
Sentados en el auto de Matías, compañero camarógrafo, esperábamos por una nota y la inseguridad nos sorprendió.
Un motochorro le arrancó el celular a Matías, corrió unos metros y se subió a una moto. Y lo que vino fue una reacción de sorpresa, bronca, indignación que nos llevó a perseguir a los ladrones. Vuelvo a historias que contamos sobre víctimas que se resisten y terminan muriendo. En ese momento solo queríamos recuperar el teléfono de mi compañero. Nuestra reacción fue peligrosísima. Empezamos a perseguirlos. En medio del tránsito de la Av. San Juan, avanzábamos eludiendo autos, acelerando y frenando bruscamente, mientras la moto marchaba sin mucho apuro, nunca imaginando que sus víctimas íbamos por ellos.Toda la escena tal vez haya durado cinco minutos. En ese tiempo ni Matías ni yo, tuvimos un segundo de calma para frenar y buscar a la policía . No.
Los motochorros doblaron por Pichincha, siempre a baja velocidad sin llamar la atención de nadie. Nosotros a unas dos cuadras atrás, desesperados por alcanzarlos. Matías haciendo maniobras, increíbles pasando por lugares mínimos sin rozar otros autos.
Cuando nos pusimos detrás, gritamos varias veces que dejaran el celular, No escucharon. Nos pusimos a la par. Nuestros gritos desencajados, los sorprendieron. El que había robado el teléfono iba atrás, era joven, el otro era más grande y calvo. Ninguno llevaba casco. Detrás del Hospital Garraham, nuestra película de acción temeraria llegaba a su fin. Los motochorros quisieron escapar, aceleraron y al eludir un auto por la derecha chocaron con otro estacionado. El que manejaba la moto llevó la peor parte. Quedó tendido ensangrentado, el otro se fue caminando. La adrenalina que teníamos no nos permitió pensar en los peligros. Nuestra experiencia al contar otros casos no sirvió de nada en esos momentos. ¿Qué hubiera pasado si tenían un arma? La policía detuvo a los dos. Eran padre e hijo, ambos con antecedentes. El celular de Matías apareció. Fuimos justicieros por unos minutos. Mientras buscábamos recuperar el teléfono, no pensamos en que todo podía salir mal.