Las derrotas son duras. Siempre. Si sos gobierno peor. Las PASO pasaron como un vendaval que nadie esperaba. Ni los que ganaron y menos claro lo que perdieron.
El domingo a la tarde alrededor de Santilli creían que perdían por 5 puntos. Para ellos era un buen resultado porque en 2019 habían estado 18 puntos abajo. Suponían que podían descontarlo en Noviembre. Cuando vino el recuento oficial y la ventaja, nadie se quería apurar. «Deben faltar los votos de La Matanza» decían…
Con el resultado puesto, la debacle vino acompañada por el Conventillo. Las peleas que ya existían en el Frente de Todos trajeron renuncias. Los K del gobierno amagaban con vaciarle el gobierno a Alberto. Avisaban que se iban en manada pero nadie hablaba de renuncia indeclinable. Raro.
Con el resultado puesto ya era difícil pensar que el Frente de Todos podía ganar. Casi todo fue y es malo. Veamos:
– Las vacunas llegaron a cuentagotas y no todas.
-Los precios (la inflación) no paran de subir. Con cepo y tarifas pisadas y con la nafta sin aumentar desde hace varios meses. Igual todo sube.
-La pobreza avanza sin pausa. La ayuda en subsidios no le alcanza a nadie.
Entonces ¿por qué había que votarlos?
La verdad, no aparecen motivos fuertes.
Al final hubo pocos cambios y Cristina sigue conduciendo no se sabe hacia dónde.
Noviembre está ahí nomás y todos miran cómo hará el gobierno para dar vuelta la elección.
Tal vez una muestra brutal de por dónde van a ir, la dio el candidato Gollan cuando hablo de dar platita.
O sea, regalar papel pintado que cada vez sirve para comprar menos cosas.
Mi impresión es que están en problemas. En estas pocas semanas deberían mejorar mucho, varios índices de la economía. Difícil.
Mientras tanto, seguiremos asistiendo a peleas públicas y subterráneas, de quienes deben dar respuestas a los problemas de la gente. Hacen todo mal.
Y las PASO fue el primer mensaje: están errados
