FICCIONES (O NO TANTO)

La  madrugada del sábado se había vuelto silenciosa. La calle  enmudeció. Esa noche ni el camión de la recolección  pasó con sus ruidos  interminables al aprisionar la basura.
Todo era paz, tranquilidad en la gran ciudad y en el edificio de la esquina  a metros de la avenida Santa Fe,en el cuarto piso Susana dormía desde hacía varias horas. Sus dos hijos  estaban en una fiesta.

Como cada vez que salían,  ella los despedía con un rosario de precauciones para enfrentar los tiempos de inseguridad.

-Siiiii  Mamá, ya sabemos!!!.- los hermanos siempre respondían a la vez.

Susana saltó de la cama  al primer timbrazo del teléfono. No reaccionó hasta el quinto  ring  que cruzó  la noche. El reloj marcaba las 5.30 hs.
Del otro lado escuchó gritos:

-Mamá mamá me tienen! Dales lo que te pidan!!! La voz  de un chico llorando la paralizó. Es  Valentín, mi hijo de 15, pensó…

-Mamá por favor juntá los dólares que tengas. No demores, me están apuntando!

Susana temblaba. Caminó unos pasos, sin alejar el tubo de la oreja. Escuchaba gritos y llanto. Abrió un cajón, donde  al fondo, guardaba  sus ahorros. Tomó los dólares y comenzó a contarlos.

Iba a  decir la cifra que tenía para entregar cuando  enfocó el pasillo que la llevaba hasta  el cuarto de Valentín. Apuró el paso y se encontró con la puerta cerrada. Fueron segundos eternos llenos de angustia. Abrió, prendió la luz y  lo que vio fue puro alivio y felicidad: su hijo dormía plácidamente…

Del otro lado de la línea, ya no había gritos, llantos ni desesperación…

 

Imagen del post  de //www.urgente24.com/

 

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